Septiembre. ¿De dónde saco la ilusión si lo que me embarga es el miedo?

Llegó septiembre con su luz, su color y ese olor a libros nuevos y a ilusión que siempre me aceleró un poco el corazón. Cierro un verano atípico y mucho mejor de lo que pintaba en un inicio, coronavírico perdido, alterno y repleto de incertidumbres. Pienso entonces en toda esa energía que derrochamos pensando en cosas que aún no han sucedido, en todos aquellos momentos que nos perdemos pensando en otros que no se darán nunca, no de la forma que los imaginamos. Que ocurrirán de forma diferente, puede que, incluso, de una manera mejor.

Quiero creer que el inicio escolar será un poco así, que el miedo a lo desconocido poco a poco se irá tornando en normalidad, pero he de reconocer que la incertidumbre y el silencio nocturno que inunda las calles estos días me ha puesto de nuevo de bruces frente a esta “nueva realidad” que hemos de afrontar. Una realidad que inquieta.

Este septiembre es como un domingo con invitados sin haber ido a la compra, tenemos que marcarnos un buen menú con lo que hay en la nevera y que nos salga rico. Tenemos que tratar de recuperar una ilusión que permanece dormida a la espera de antídoto. Y, aunque sabemos que en la vida no existen las recetas mágicas, también que disponemos de estrategias para afrontar las situaciones de la forma más positiva posible. Es posible avivar las ganas con algunos de estos ingredientes:

ATIENDE TUS EMOCIONES, HABLA CON ELLAS: Las emociones nos traen un mensaje de autocuidado. Por eso no existen las llamadas emociones “negativas”, aunque estén asociadas a cierto malestar. Están ahí para comunicarse con nosotros, algo no estamos gestionando bien y nuestra psique protesta. Si no escuchamos lo que se nos mueve por dentro, nuestro cuerpo empezará también a revelarse en forma de dolores y tensiones, hasta que las atendamos y gestionemos.

¿Cuáles son las emociones que podemos sentir ante esta vuelta al cole? Fundamentalmente, por lo que he experimentado y escucho: tristeza, miedo y enfado (aunque no son las únicas):

  • TRISTEZA: La tristeza es necesaria para aceptar una pérdida. Todo a nuestro alrededor ha cambiado, lo que conocíamos hasta ahora ya no existe. Aferrarse a algo que ya no está duele. Hemos de aprender a soltar. Pero eso no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso, y la tristeza nos ayuda en ese camino que lleva a la aceptación de una situación. Aceptar no significa resignarse. Nos resignamos cuando nos conformamos con una realidad que nos hace infelices pero que podemos cambiar tomando decisiones. Eso no es aceptación es conformismo. Aceptar es mantener una sana actitud de tolerancia ante aquello que no podemos cambiar, que no depende de nosotros. Las cosas son como son, no como querríamos que fueran. Pasado ese tiempo de duelo por la “realidad perdida”, podemos empezar a aceptar y focalizarnos en aquellas cosas que tenemos en nuestro presente por las que merece la pena levantarse de la cama.
  • ENFADO: Alguien traspasa un límite y no hemos sabido o podido pararlo. Entonces surge la ira. Si no la atendemos, esa rabia no escuchada ni resuelta, pasado un tiempo se convertirá en tristeza. Hay personas que tienen dificultades para conectar con el enfado que, bien gestionado, nos otorga un inmenso poder para decir NO cuando queremos decir no a una situación o persona. Hay otros que no expresan esta emoción, que la callan hasta que explotan en forma de grito o descalificación. Lo ideal es detectarla desde el inicio y saber poner el tope a los demás de una forma asertiva. La asertividad es la capacidad de expresar aquello que sentimos y queremos (y lo que no) con respeto y, ¿por qué no?, también con cariño. Porque firmeza y ternura no están reñidos. Uno puede estar enfadado y no recurrir al insulto para defender aquello en lo que cree. Y estamos enfadados porque sentimos que han sobrepasado nuestro umbral de tolerancia en la forma y el modo de empezar las clases. Porque no podemos ir a comer con nuestra familia si somos más de 6 pero nos dicen que metamos a 20 en un aula. Porque no hay personal suficiente para todo el apoyo logístico y emocional que vamos a necesitar. Y sí. Es lícito estarlo. Ante esto decimos NO.
  • MIEDO: El temor ante lo desconocido también es normal, es más, a veces nos salva la vida. Es un programa arcaico y muy útil que nos viene “de serie”, desde aquella época en la que teníamos que ponernos a salvo del ataque de un depredador dándonos a la fuga o haciéndonos los muertos. Evitamos calles oscuras y solitarias, sentarnos en el alfeizar de la ventana o tocar el fuego porque algo por dentro nos susurra “cuidado”. El problema llega cuando ese susurro se convierte en una voz que no se calla en todo el día y no nos permite ni ir al supermercado. Cuando empezamos a percibir como amenazantes cosas que no lo son. Y pasamos de mantener las medidas de cuidado y prudencia que esta situación de pandemia requiere (lavado de manos, mascarilla, distancia social) a no salir de casa. Cuando el miedo se convierte en algo paralizante, que anula nuestra respuesta adaptativa a una situación, hablamos de ansiedad. No quiero detenerme mucho en esto porque no es el motivo de este post (prometo profundizar en él porque es un tema que me apasiona y que viví de cerca) pero, la ansiedad, normalmente, esconde un miedo detrás de ese miedo que se externaliza. Cuando nos duele una parte del cuerpo de forma intensa o continuada vamos al médico, ¿no? ¿Por qué no hacemos lo mismo con los dolores emocionales? Cuando el miedo, por su intensidad, nos bloquea, es conveniente tratarlo porque suele esconder algo más que hay que rascar y encontrar. Busquemos ayuda si eso pasa. Es normal sentir miedo ante una situación que nos desconcierta y agobia a todos, como la vuelta al cole después de un confinamiento pero no debe ser paralizante. Para tratar de gestionar mi miedo limito mi exposición a la televisión, busco información objetiva y atiendo a mi propia experiencia. Y lo que sugieren las investigaciones más recientes sobre COVID19 y niños es que estos contagian menos que los adultos y que su sintomatología es más leve, en principio. Y a eso me agarro. Por supuesto que el riesgo es real y hay que tomar medidas para minimizarlo pero es algo con lo que hemos de aprender a vivir.

CONVIERTE LAS CRISIS EN OPORTUNIDADES: Leía ayer de la siempre genial Tamara Chubarovsky (si no la conoces y tienes niños pequeños búscala) que la infancia es un estado de consciencia que termina el día que el niño percibe un charco como un obstáculo y no como una oportunidad. Rememoré entonces estos meses atrás y cómo esa parte que me queda de niña viva había saltado un charco detrás de otro, tratando de quedarse con lo bueno de este atípico verano (a pesar de mis momentos oposicionistas, que también los he tenido).

✹He visto a menos amigos sí, pero he conectado más con ellos, con lo esencial, con lo sencillo de una charla en la arena. Y nada más.

✹ Hemos hecho más planes de naturaleza y menos nocturnos, y eso siempre le viene bien a nuestro cuerpo y nuestra mente (y a nuestro bolsillo).

✹ He podido disfrutar de los espacios con una tranquilidad inusual. He conocido lugares de España que quizá nunca se me hubiera ocurrido visitar con niños.

Un paraje repleto de girasoles en Cuenca.

✹ Llevamos sin ir a un parque de bolas desde marzo. Hemos simplificado y pasado de los cumples estresantes en un local ruidoso a los bocatas de nocilla con los 5 amigos en casa de toda la vida.

Y reconozco que he tenido momentos de confusión, desánimo y cabreo con la situación. Pero un día decidí buscar mi propia suerte, quedarme lo bueno, porque lo hay. A pesar del virus. La suerte va a tu encuentro, si la buscas.

La reducción de ratio podría ser el cambio educativo en el que muchos creemos, el problema es que los que hacen las leyes no son los mismos que tienen que sentarse delante de 20 niños con una mascarilla. Y estos merecen más personal para poder dar una respuesta a la medida de las circunstancias. Seguiremos reclamándola.

Independientemente de esto, sois vosotros, profesores, los auténticos héroes de este guión, sois vosotros los que vais a seguir sonriendo con los ojos a esos niños. No lo olvidéis. Yo no recuerdo quién legislaba cuando tenía 8 años, si hacían mejores o peores leyes. Sólo recuerdo a mi seño, Doña Celia. (Ojalá me estés leyendo). Y como a ella a otros tantos. Por ellos estoy aquí.

Gema Santamaría es docente, ilustradora y guerrera.

CÉNTRATE EN AQUELLO QUE PUEDES CONTROLAR (tanto en casa como en el aula):

No vamos a poder evitar el virus, pero hemos de evitar la exposición a una carga viral alta, la que se da en espacios cerrados con mucha gente.

Estos son los tips en los que me baso en casa y que son extrapolables al entorno aula:

  1. EL CONTACTO SOCIAL 0 ES IMPOSIBLE: Seamos realistas, va a ser difícil que los niños no interactúen los unos con los otros, pero si el contacto se mantiene siempre con los mismos reducimos el hacinamiento y así la carga viral, que es el factor que más relación tiene con una sintomatología grave. Así que TRANQUILIDAD. Trata, en la medida de lo posible, de crear pequeñas burbujas sociales (contactos con un grupo de 2 o 3 de niños más cercanos a los que pueda recurrir en busca de consuelo o duda) como alternativa a privarlos de uno de los pilares de su desarrollo, el encuentro con el otro. Las burbujas sociales en el aula de infantil pueden ser una buena medida si la explicamos a modo de juego por equipos.
  2. ESPACIOS AL AIRE LIBRE O VENTILADOS: En la medida de lo posible, evita los espacios cerrados con una gran concentración de personas. Ventanas abiertas, siempre.
  3. ACTITUD LÚDICA: Podemos enseñarles a protegerse desde el miedo al contagio o desde la fortaleza poniendo el foco en el autocuidado (porque cuidándonos nosotros, cuidamos a los demás). Recordad que el miedo siempre nos hace más débiles y tiene un efecto devastador en nuestro sistema inmune. Varios artículos atrás os hablaba de la Brigada Azul o ese juego que me inventé en casa para fomentar el lavado de manos y el uso de mascarilla. Incorporar algo a través del juego es mucho más sencillo y es una buena manera de hacerles entender las reglas el primer día de clase.
  4. SIMPLIFICA: Los niños llevan seis meses sin asistir al aula y necesitan construir sobre una base sólida que se sustente en contenidos curriculares básicos y educación emocional. Así que, tomátelo con calma. Enfoca durante el primer trimestre en aquellos contenidos esenciales a través de una metodología en la que se potencie el movimiento y las actividades al aire libre. Trabajar menos contenidos pero disfrutarlos más.
  5. TÓMATE TU TIEMPO PARA LA ACOGIDA: Hace unos días empecé en un nuevo trabajo y de una carpeta salió una carta de mi anterior jefa. No pude evitar emocionarme y pasé el día revuelta. Los cambios, que nos cuestan a todos. A ellos, también. La adaptación o ese periodo desde que el niño entra al cole hasta que asume su nueva realidad, rutinas y personas y se siente cómodo con ellas. Las consignas para frontarla son PACIENCIA Y DISPONIBILIDAD. Si eres profe, simplifica, olvida lo curricular las primeras semanas, céntrate en lo emocional, en las rutinas, las normas, la cohesión de grupo. Que se sientan unidos aunque tengan que estar separados. Este periodo va a durar lo que tarde el niño en sentirse libre en ese nuevo espacio. Y, hasta que no lo sea, va a recurrir a ti para todo. Así que hay que armarse de serenidad y pensar que el consuelo puede darse de muchas formas. Sé que ahora, sin ese abrazo, todo se complica un poco más. Personalmente, no sé si seré capaz de ver a un niño llorar y no apretarle el brazo o cogerle las manos, gel hidroalcohólico mediante. Y es que, cuando eso pasa los primeros días, me viene el recuerdo de mi mísma corriendo detrás de mi madre por el pasillo. Qué importante es ver la vida con la mirada de un niño. Si eres mami o papi, ten en cuenta que es posible que haya retrocesos, rabietas, malas noches… calma. Todo pasa. Tanto si eres docente como padre, algo que siempre me funciona es reducir tareas y simplemente observarlos, mirarlos un poco más. Sostenerlos.

PREPARA UN PLAN B CON TUS HIJOS: Si leéis mis artículos sabéis lo mucho que incido en la importancia de conectarnos con el momento presente. Esto no es incompatible con buscar varias alternativas que nos hagan sentir más seguros. Aunque la seguridad sea una falsa ilusión porque el futuro no existe, cuando empecé a estudiar oposiciones mi plan B (y también el C) me hicieron sentir mayor confianza al saber que no lo estaba apostando todo a una sola carta. Así, si las cosas no salían como las había previsto (que al final sí, “solo” me costó 14 años), no tendría la sensación de haber saltado al vacío sin red. Es posible que luego los planes no salgan como los habíamos previsto pero, a mí lo de planificarme y organizarme me da cierta calma.

Yo, mi plan B. Y el C.

Seamos realistas. Un rebrote y una vuelta a casa es posible. Hoy he estado con mis hijos una hora en el parque y se han caído 5 veces, han tocado columpios sin que me diera tiempo a echarles el gel, se han llevado las manos a la cara, se han cruzado con niños a menos de un metro a pesar de recordárselo, se les ha bajado la mascarilla, se han vuelto a caer y se han metido el dedo en la oreja. Y hemos estado UNA HORA.

Mi hijo escuchando las nuevas medidas de seguridad COVID19 el primer día de cole.

Así que, este plan alternativo como medida de conciliación, este “porsiacaso” vuelven a mandar a los niños a casa, debería ser un pilar de la agenda política actual. Pero, por si no lo es, empecemos a valorar la posibilidad de unirnos con otros padres y constituir núcleos de 5 o 6 niños para poder trabajar los contenidos en casa. Quizá, tenerlo pensado, nos haga sentir menos inseguridad ante la posibilidad de que ocurra. Es momento de unirnos. De buscar soluciones donde no nos las están dando.

CONECTA CON LA ALEGRÍA: Con el placer de las pequeñas maravillas cotidianas, con el sentido del humor. ¿Por qué esa creencia de que la solemnidad está reñida con el ingenio de una gracia? ¿Por qué lo importante no se puede tratar desde el bálsamo de la risa? El sentido del humor es el mejor de los sentidos y, ahora más que nunca, es el mejor momento para ejercitarlo.

DETOX MENTAL: Limpiar nuestra mente con una pequeña meditación cada día debería ser tan normal como esa ducha diaria que nos damos para limpiar nuestro cuerpo. Al principio cuesta. Y la mente en silencio nos sorprende con todo tipo de información que tenía por ahi dentro y ni sabíamos. Aquí algunos ejemplos:
☁ Se te olvidó contestarle a Esther, que te preguntó por el nombre de aquel restaurante… ¿cómo era?…
☁ Tienes que comprar servilletas.
☁ Avisa a estos de la hora de la cena, que no puede ser más tarde porque cierran la cocina. Se te va a olvidar. No se me va a olvidar. Sí, cuando piensas “no se me va a olvidar” se te olvida, ¿te has dado cuenta de eso?
☁ Van a llegar tarde fijo… y tú también.
☁ (Cállate ya, ¿no?) No.
☁ Bájate a la playa que luego te quejas de que no puedes.

El truco que me funciona cuando se pone así de cansina es observar, sin juicio, todo aquello que viene al pensamiento, como si estuviera viéndolo proyectado en una pantalla. Dejarlos ir con la corriente de un río, o lanzarlos al mar. La mente, cuando no está entrenada o está agitada es como el mar revuelto, el agua está turbia, la arena y las algas lo nublan todo. Cuando conseguimos aquietarla, todo lo que nos perturbaba se posa en el fondo y se vuelve cristalino. Y el tiempo se ralentiza. Así que os dejo una sencilla relajación guiada que es perfecta para empezar el día:

Vacíate de todo contenido negativo y envuélvete en una sensación de calma y de luz. Cada día.

Volvamos, cercanos. https://eaprendizaje.carm.es/volvamos

Hace algunas semanas mi hija me dijo que echaba mucho de menos a sus amigos de clase. Yo le dije que era posible abrazar en la distancia. Así que nos pusimos en círculo escuchando esta canción de una peli que les encanta y pensamos en todas esas personas a las que queríamos enviar nuestro calor. Es posible incorporar rutinas como esta en el aula, acabar el día envueltos en un abrazo de luz en tiempos de privación de contacto. Es posible esa vuelta cercana. Recuerda que no eres tu miedo y que, después de todo, la luz siempre brilla más fuerte cuando todo está oscuro a nuestro alrededor.

Septiembre es el mes de la luz azul brillante, esa que llega con brisa fresca y nubes blancas, y huele a una oportunidad para empezar de nuevo. Envuélvete en ella y sigue siendo la suerte de quién te encuentre.

Puedes seguirme en

8 comentarios de “Septiembre. ¿De dónde saco la ilusión si lo que me embarga es el miedo?”

  1. Gracias por tus reflexiones siempre tan acertadas, por estar ahí, y enseñarme tantas cosas. No me puedo creer la suerte que he tenido de conocerte. Y además escribiendo siempre con tan buen gusto…. Te mando ese abrazo de luz en la distancia. 🤗

  2. Que pasada de reflexión, me ha encantado, que bien has expresado las emociones que nos invaden en estos momentos, sobre todo a las que nos dedicamos a la educación y tenemos que enfrentarnos a este proceso con los niños en 2 días y hacer el periodo de adaptación en 3 días en 0-3, con este maremágnum añadido…
    Gracias, gracias, gracias por ser como eres!!!
    Y como broche, la relajación, eres un crack.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *