El árbol de los deseos

Este cuento trata de potenciar el valor del esfuerzo, la constancia y la confianza en uno mismo, como medios para alcanzar nuestros sueños. Todos tenemos ese mago en nuestro interior, démosle voz.

Al gnomo Rudi le encanta la música. Así que, por su cumpleaños, su abuelo le ha regalado una flauta. El pequeño sueña con tocar tan bien como sus hermanos mayores pero, cada vez que se la pone en la boca… ffiuuuuhhhhllll…. Un sonido estridente y desafinado sale del instrumento.

  • Está rota abuelito… las flautas no suenan así – exclama apenado Rudi.
  • No lo está – le contesta su abuelo – Si quieres tocar la flauta, tienes que aprender primero. Y eso requiere un esfuerzo, pero también puede ser divertido. Creo que sé quién podría ayudarte a hacer realidad tu deseo. Acompáñame.

Rudi y su abuelito, caminan juntos por el bosque hasta llegar a un gran sauce legendario.

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  • Mira Rudi, este es el Gran Maestro Sauce, al que también llaman El Árbol de los Deseos. Todo aquel que tiene un sueño o una ilusión, viene aquí a pedírselo al Gran Árbol. Él les guía y ayuda en su camino de aprendizaje. Te dejaré un ratito a solas con él.

El pequeño gnomo mira al gran sauce, preguntándose cómo iba a poder ayudarle un árbol a tocar la flauta. Y, apoyándose en su tronco, se sienta en sus raíces para volver a soplar… ffiuuuuhhhhllll…. Otras vez ese sonido del infierno… “¡Ya estoy harto!”, piensa. “Quizá esto no es para mí”. Y cuando ya está a punto de tirar el instrumento colina abajo, una voz le sorprende a sus espaldas:

  • Hola Rudi. He oído que tienes un sueño y quizá yo pueda ayudarte.
  • No sabía que los árboles podían hablar.
  • No lo sabes todo, por eso estás aquí – respondió el árbol – Verás, para alcanzar una meta, cualquier meta, debemos recorrer un camino, pero, antes de empezar a andar, tienes que dedicar unos instantes a visualizar lo que quieres.
  • ¿Visualizar? ¿Qué es visualizar?
  • Visualizar es imaginar con todo tipo de detalles. Hazlo con la mente y también con el corazón. Trata de evocar cómo te sientes cuando ya, por fin has llegado donde quieres. Y llegarás… Puedes escribirlo en un papel o, incluso, dibujarlo. Eso te ayudará a hacerlo realidad.

Rudi entonces se sentó. Cerró los ojos, respiró profundo y se imaginó tocando bellas canciones para su familia al calor de la hoguera. Podía sentir el crepitar del fuego y la alegría en su corazón, al ver a todos cantando al son de su música.

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  • El principio del camino, como todos los comienzos, es lo más difícil. Pero no estás solo, dentro de ti hay tres grandes magos dispuestos a ayudarte, se llaman Querer, Poder y Hacer.

Mi magia hará que a partir de ahora puedas escucharlos con claridad en tu mente, sólo así podrás vencer a los enemigos de la ilusión, que también tienes dentro y que harán todo lo posible por desanimarte.

  • ¿Y quiénes son los enemigos de nuestra ilusión? – preguntó Rudi.
  • Son la pereza, el miedo y la incertidumbre. A ellos también los podrás oír pero, si tienes un sueño, no debes dejarte llevar por éstos últimos. Vuelve cuando lo hayas conseguido.

De camino a casa, el pequeño gnomo comienza otra vez a visualizarse tocando canciones con su flauta, y de repente, escucha:

  • ¡Hola Rudi! Soy el mago Querer. He estado contigo siempre, ya que, desde siempre fue tu deseo tocar la flauta. Pero, como ves, por mí mismo, no soy suficiente para conseguirlo, aunque sí soy el primer paso para ello. Por eso, tienes que conocer a mis dos amigos: Poder y Hacer – le dice el primer mago.
  • ¡HOLA, HOLA! Mi nombre es Poder, aunque algunos me llaman virtud, otros, capacidad o inteligencia… a mí me gusta que me llamen talento. Sin mí, es difícil que llegues a dominar el arte de tocar la flauta, pero la buena noticia es que cuanto más practiques, más fuerte me haré. Y, ya que hablamos de practicar, voy a presentarte a nuestro tercer amigo, sin él, no podemos llegar a ningún sitio, se llama Hacer.
  • ¡Ese soy yo! – exclamó el tercer mago – practicar cuando algo no nos sale, es lo que más cuesta al principio, pero ¡yo te ayudaré! Y no hace falta que lo hagas todo de golpe, a veces pensamos que debemos llegar a nuestra meta dando un gran salto, y ese salto es tan grande que nunca nos atrevemos a darlo. Así que lo mejor es ir dando pequeños pasitos cada día, un poco cada vez, para poder disfrutar del camino. Hoy empezaremos practicando sólo un par de notas, ¿te parece?

Y así, el pequeño gnomo, con la ayuda de sus amigos, comenzó a tocar, cada día un poquito.

El principio, tal y como le dijo el Árbol, fue lo más difícil. Cada vez que erraba una nota podía escuchar al miedo decir “Se reirán de ti”, a la incertidumbre sentenciar “Nunca lo conseguirás” y todos esos pensamientos le llevaban al desánimo y la pereza “¿Y si en vez de tocar hoy no te quedas jugando o durmiendo?”, escuchaba dentro de sí.

Entonces, en esos momentos, volvía a cerrar los ojos y evocaba en su mente el momento de tocar hermosas canciones para el mundo, y acababa recordando las palabras del árbol sabio: “la pereza, el miedo y la incertidumbre harán todo lo posible por desanimarte, pero, si tienes un sueño, no debes dejarte llevar por ellos”. Y seguía practicando.

Hasta que un día, una ninfa escuchó practicar a Rudi en el bosque y, entusiasmada por su música, le acompañó cantando. Y unas ardillas que comían bellotas en lo alto de un árbol, al escucharlos, se pusieron a bailar. Y eso animó a otros animales a seguir bailando y coreando. Y el bullicio empezó a atraer a más y más gente que, contagiados por la alegría de la música, no podían dejar de sonreír.

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Esa noche, por primera vez, Rudi se sentó junto al fuego y comenzó a tocar hermosas canciones que hicieron a su familia unirse en torno a él para cantar, haciendo realidad su visión. Entendió entonces que, tal y como le dijo el Gran Árbol, todos los sueños pueden hacerse realidad, si tenemos constancia y alzamos la voz de nuestros tres magos: las ganas y la capacidad, que mejoran con la práctica y el esfuerzo.

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Este cuento es parte de una obra literaria protegida con derechos de autor.

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