Cuídate como nunca. Quiérete como nadie

Querida mamá:

Hoy buscando una foto de mi infancia para regalarte me he dado cuenta de que no tenemos ni una juntas solas tú y yo, a excepción de la del bautizo. Y te he imaginado ahí, pendiente de todo y de todos menos de ti. Así que he decidido cambiar la foto por la carta, porque las palabras escritas son como esos bizcochos que hacías en la cocina, se degustan mejor cuando se enfrían. Aunque yo siempre me los comiera calientes.

Estos días sin verte me acuerdo de ti de las formas más extrañas. El otro día, por ejemplo, pensaba lo mucho que echo de menos oírte decir atiza. Creo que eres la única persona que sigue diciéndolo y no puedo parar de reír cuando lo haces.

Y es que nunca fuiste una madre al uso. Ni mucho menos perfecta.
Llegábamos tarde al cole.
Yo era la única en pre-escolar que no llevaba el baby.
Casi nunca podías ir a las reuniones.
Tampoco te recuerdo sentándote conmigo a hacer los deberes.

Pero para mí siempre fuiste la mejor…

Si cierro los ojos puedo recordar tu olor. Cómo me acurrucaba en tu regazo y aspiraba tu cuello que olía a Farala y a ti, y el tiempo se detenía entre tus brazos… Mi hija ahora también lo hace.

Si los mantengo así un rato vuelvo a aquellas tardes entre rulos y pinzas convertidos en personajes fantásticos en tu “peluquería-guion-consultorio psicológico”. ¡Eso sí que era juego simbólico! Y tú preocupada porque no teníamos tele… Y recuerdo y entiendo tu mirada entre agobiada y suplicante cuando mediabas en nuestras trifulcas rodeada de clientas de las que tanto aprendí… Ahora sé que esas tardes fueron regalos.

Recuerdo las fiestas en mi cuarto, contigo en el salón, y a mis amigas saliendo a contarte sus historias. Y luego a mí deseando llegar a casa a contarte las mías. Recuerdo lo mucho que confiabas en mí. Aunque te llamaran durante el viaje de estudios con mis peripecias de quinceañera impulsiva. Recuerdo que cuando me recogiste en el autobús me sonreíste y esperaste a oír mi versión. Y que me creíste. Porque nunca tuve razones para tener que mentirte.

Luego me convertí en madre y valoré muchísimo más todas aquellas cosas de las que antes no era consciente. Guardo con especial cariño cómo me cuidaste las primeras semanas después de dar a luz, de esa manera tan tuya, tan generosa y tan humilde: sólo dándome cariño, espacio y tuppers. Procurando siempre mi mayor bien, aunque eso significara esperar para la foto con el bebé.

Fuiste y serás mi mejor ejemplo. Perfectamente imperfecta.

Amar en tiempos de coronavirus no es fácil. Pero vamos a ponernos mascarillas y todo lo que esté en nuestra mano para acortar distancias.

Mientras tanto, me gustaría que aprovecharas este paréntesis vital en el que no vamos a ir a molestarte para cuidarte como nunca. Para preguntarte qué necesitas y dártelo porque lo mereces, y llegó la hora de que te lo creas. Es momento de agarrarte fuerte, de sostenerte. De hablarte bonito cuando te mires al espejo o recuerdes algo que no harías de la misma forma hoy. De quererte como tú sabes querer. De mimarte como mimas a tus nietos.

Conecta con lo que te apetece en cada momento y date permiso para el disfrute (para fumar no, mami). Date un baño de espuma. Ponte a bailar en mitad del salón cuando suena esa canción como tú solo sabes, porque verte bailar es una de esas cosas por las que merece la pena vivir, ¿lo sabías? Haz tus ejercicios de espalda o solo estírate en la cama y siente tu cuerpo, verás que ese día protesta algo menos. Cocina cosas ricas solo para ti con los labios de rojo (salen mejor, ya verás). Date sin culpa para volver a darnos con ganas cuando la vida nos lo permita.

Yo, hasta que eso ocurra, he decidido incorporar atiza en mi léxico común.

Gracias por tu vida y por mis alas mamá.

Hoy os invito a escribir a vuestras madres, estén o no con nosotros aún. Hagámosles ese regalo, que es también un regalo para el niño que llevamos dentro. Sé que conectar con ese niño a veces cuesta, pero la vida nos ha dado la oportunidad de mirarnos de frente y aceptar que no somos perfectos. Puede que descubramos que no queremos serlo.

Feliz día mamis.

Puedes seguirme en

2 comentarios de “Cuídate como nunca. Quiérete como nadie”

  1. Me ha llegado por casualidad ésta publicación y de verdad primica que eres especial….. Me ha encantado como relatas tu verdad y se lo dedicas a la persona más valiosa que existe en tu vida (tu madre) porque hasta que no lo somos no sabemos realmente lo que significa ser madre!!
    Quierela y cuidala como merece. Somos muy afortunadas de tener las madres que tenemos!!
    Te quiero guapa
    Besazo
    Pilar

    1. Eres tan bonita, y me siento tan agradecida de tenerte en mi vida, aunque sea en la distancia…
      Te quiero. Abrazacos a la más grande mañana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *