«Querido Luck, sé que todo acaba pasando, esto también. Y que en algún momento dejaré de llorar cuando me encuentre un pelo tuyo por la casa. Cuando ese día llegue, bajaré tu cama al trastero. Mientras tanto, he decidido escribirte esto…»
Hace unos días tuve que decir adiós a Luck. Era un perro muy especial. Cuando lo encontramos nos encontró estaba desorientado y con signos de maltrato. Tenía algunos problemas de conducta como la ansiedad por separación (las puertas de mi casa dan fe) y una falta de habilidades sociales con otros perros que se intensificaba por mi inseguridad al no saber gestionarlo.
Por todo esto, cuando empecé mi formación como educadora canina, estuve tentada a llevarme un perro más fácil, cualquiera de los de mi padre, uno sin mochilas, que no me diera muchos problemas. Pero, por alguna razón que aún desconozco, Luck me eligió y yo me tomé eso como un reto. A los pocos meses de curso descubrí que tenía un talento natural para la terapia: lo que más feliz le hacía en el mundo era verse rodeado de personas acariciándolo y estrujándolo, sobre todo de niños. Y, de entre todas esas personas, yo era su favorita. No había un motivador más potente para él que mi atención (y las salchichas de Frankfurt, que también).
Cuando le ponía su peto de terapia parecía saber dónde íbamos y se transformaba en algo mucho mejor. Y eso lo convertía en un perro maravilla.
Escribí mi último artículo, sobre el vínculo, con él a mis pies. Apenas podía moverse y yo ya intuía que se estaba apagando. Los que habéis experimentado un vínculo con un animal sabéis qué se siente cuando se van, sobre todo cuando no lo hacen de forma natural. Sin entrar en detalles, fueron días de tristeza en soledad confinada, privada de abrazos. De emociones intensas que pude canalizar a través de la escritura.
No sé qué hubiera sido de mí durante este aislamiento sin escribir. Por eso, y por mi tendencia a sacar de las situaciones difíciles una oportunidad de crecimiento, he decidido crear una nueva categoría de artículo en el blog llamada “Escritura balsámica”. A través de ella, os invitaré a realizar ejercicios para profundizar en nosotros mismos, en aquellas partes que preferimos dejar en la sombra, pero que tan necesario es iluminar, para que dejen de atormentarnos cada vez que nos quedamos a solas y en silencio.
Me regalaron mi primer diario a los 8 años. Desde entonces he escrito más de veinte y los tengo todos guardados. Una de las cosas que el confinamiento me ha dado ha sido el tiempo para recordar, a través su lectura, los episodios que me han llevado a ser lo que soy hoy.
Por eso, cuando mis hijos estaban dentro de mí, les compré sus primeros cuadernos con la intención de dárselos cuando llegara el momento (antes de la tablet, espero). Creo que es el mejor regalo que se le puede hacer a un niño.
Y es que, cuando escribimos no tenemos más remedio que ordenar nuestros pensamientos. O quizá primero salen y luego se ordenan, no sé muy bien qué sucede primero. Pero ocurre de una forma mágica, que adquiere sentido con el paso del tiempo. Además, al hacerlo, tenemos de implicar también a nuestro cuerpo y eso nos ayuda a estar plenamente integrados en el momento. Atentos al acto de escribir, de volcar, de ordenar, de forma consciente.
Llegamos a ese estado de presencia que busco y del que os hablo en mis meditaciones y que es el primer paso para conectar con nuestro interior. Y el diálogo interno se aquieta. Porque le damos permiso para salir, pero lo observamos desde lejos, sin juicio. Y porque se queda ahí escrito, en forma de palabras, cuando cerramos la libreta o rompemos el papel. Y fuera de nosotros. Liberadas. Ya no molestan.
Eso hice esta semana y esto lo que os propongo:
Todos hemos experimentado durante estos días algún sentimiento de tristeza. Abrazar nuestras emociones es necesario, la tristeza, en concreto, nos ayuda a sobrellevar los cambios que implican una pérdida, sea del tipo que sea: un ser querido, una relación, estatus o nuestra vida tal y como la conocíamos. Pero, en algún momento hemos de empezar a soltarla. Para empezar a hacerlo, escribe una carta a eso de lo que quieres despedirte 1) dándole las gracias por aquello que te aportó, 2) pidiéndole perdón por aquello de lo que ahora eres consciente y que en su momento no supiste ver y 3) mandándole todo el cariño del que seas capaz, liberándote de emociones tóxicas (culpa, rencor… la que sea).
No hace falta que sea bonita al principio, escribe para ti. A medida que vayas practicando, las palabras saldrán de una forma más fluida. Ahora mismo, lo único importante es dejar salir la emoción, para que no se enquiste.
Decía Simone Weil que la atención es la forma más rara y más pura de ser generosos. Sé generoso contigo mismo poniendo atención a tu diálogo interno, a las palabras que usas para hablarte, a eso que te dices cuando estás a solas.
Creo que escribir es la puerta del autoconocimiento y nos permite el encuentro con nosotros a través del tiempo. Al hacerlo, nos conectamos con esa parte nuestra que es pura y que no está pervertida por todas las capas de cebolla que las creencias familiares y sociales y nuestras experiencias de fracaso nos han puesto encima. Nos conectamos con nuestra verdadera esencia o eso que somos detrás de lo que nuestra mente nos dice que somos.
Y hoy, por fin, he podido bajar su cama al trastero, que todavía olía a él… Ojalá pudiéramos encapsular la esencia de algunos momentos para vaporizarla al aire cuando queremos recordarla, evocando instantes con los ojos cerrados. Yo, mientras no lo inventen, utilizo canciones… La de hoy sonó en mi coche mientras pensaba que hubiera preferido encontrarlo un día dormido, sin más. No tener que pasar por el trance de verle irse, ni darle vueltas a la posibilidad en mi mano de estirar su vida un poco más. Todas esas ideas me martilleaban cuando sonó esta canción, que era la que siempre usaba para cerrar los videomontajes de terapia asistida con Luck. Me gusta pensar que, desde algún lugar, me daba las gracias por poner fin a su sufrimiento, aunque eso implicara tener que despedirnos.
Y con ella os dejo. Habla de eso que se siente cuando dejas volar a alguien, liberándole del peso de tu felicidad y le deseas la suya propia, aunque tú no formes parte de ella. O lo que, para mí, es la mejor definición del amor.
“No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero, también, su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana, dañándonos. La forma en que el tiempo encuentra el modo de que nunca olvidemos las heridas”. Piedad Bonet.
Gracias, me diste una salida qur había olvidado y que me hará bien en estos momentos de sentimientos tan encontrados, tan inestables y extraños… Siento tu despedida… Pero siempre permanecen…
Gracias por tu comentario Flor, me alegro de haberte recordado que las palabras siempre están ahí para nosotros. Como ellos, lo sé, lo siento😊❤
Un abrazo.
Ya echaba de menos tus palabras, siento tu pérdida, qué suerte habéis tenido los dos en elegiros y encontraros…la palabra sana, esto es un hecho, en la terapia se da el espacio seguro para que así sea…pero cuando no es posible, una hoja en blanco y un lápiz hacen su trabajo…siempre he escrito diarios, libretas sobre todo de las que me llevaba a las formaciones hace ya unos años y que mezclaban apuntes y notas con mis propios sentimientos y reflexiones, es que solo las puedes leer tú y a veces ni eso…implica valentía porque se plasman en un papel y no se las lleva el viento…ha sido la única actividad que no he hecho en este confinamiento y tengo aún pendiente, para reencontrarme de algún modo con lo que fui y soy, aceptarlo y sacarlo.. para esto ultimo hace faltan más cosas, pero una buena idea es lo que propones hoy. Muchas gracias otra vez. Hoy elijo estrenar libreta.
Y a mi me encanta que lo hagas después de leerme, hay que ser muy valiente para enfrentarse a la sombra.
Un abrazo🌞❤
Gracias…que gran consejo escribir…las palabras ponen orden en lo que sentimos y liberan
Pobre Luck…siempre estará en nuestros corazones, y en el de los niños que tuvieron la suerte de conocerlo 👼🏼
Gracias😊 Aunque la suerte fue suya también❤
Gracias Inma eso estoy haciendo en este tiempo de encierro para sentir más cerca a mi madre a la que no puedo ver. Está siendo un beneficio recíproco porque ella me siente y yo despegó mis emociones.
Me alegro mucho por ambas, es un ejercicio duro, te deja un poco tocada unos días, pero tan liberador❤