La niña empieza a despedirse de mí para dar paso a la mujer. Dice que no quiere, bueno que sí, que quiere hacerse adulta sin pasar por la adolescencia. Le digo que eso no es posible. La transformación precisa de tiempo. Y este es uno fascinante. También que la voy a acompañar siempre.
La música, como el fuego, es expansión, conexión, entusiasmo… Y alegría. Esa emoción que nos predispone a dar y a recibir. Hay un poder en la música y el movimiento que nos une y anima a compartir y es lo que pasa entre las personas cuando escuchan un ritmo armónico: se motivan. Aprovechemos ese poder unificador también en el aula.